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La tierra que se ama con coraje, se la defiende con convicción.

31-10-2025

La tierra que se ama con coraje, se la defiende con convicción.

 

Por: Jindley Vargas Zumaeta / Presidente del FREDDICH.

 

Todos tenemos derecho a amar a nuestra tierra. Pero no todos la amamos de la misma forma. Algunos lo hacen desde el recuerdo, otros desde la nostalgia, muchos desde el orgullo. Nosotros la amamos desde la acción.

 

La amamos cuando denunciamos lo que otros prefieren callar. La amamos cuando exigimos transparencia donde otros reparten aplausos. La amamos cuando damos nuestro tiempo, sin favores, sin cálculo, sin nada a cambio, para proteger su memoria, su patrimonio y su dignidad.

 

Y por eso lo decimos con claridad: No aceptamos que se nos cuestione por la forma en que la amamos. Porque amar no es solo celebrar lo bonito. También es señalar lo que duele. También es decir “esto no está bien” cuando todos guardan silencio ante lo que está mal. Amar también es actuar cuando otros se acomodan.

 

Cuando la corrupción, el abandono y la impunidad hieren a nuestra tierra, no podemos permanecer inmóviles. Nos sentimos agredidos, y por eso actuamos. Investigamos, denunciamos, interpelamos. No por capricho, sino porque nos impulsa el legítimo derecho a la defensa. Lo hacemos amparados por la libertad de expresión, respaldados por el derecho a la opinión, y sostenidos por la convicción de que amar a nuestra tierra también implica protegerla cuando otros la vulneran.

 

No lo hacemos por odio, ni por revancha, ni para humillar a quienes, impávidos, ven cómo nuestra tierra es agredida. Lo hacemos por amor a ella. No lo hacemos para figurar, lo hacemos para despertar consciencias. No lo hacemos contra alguien, lo hacemos por y para todos.

 

Porque cuando el silencio se vuelve costumbre y la indiferencia se disfraza de prudencia, alguien tiene que alzar la voz. Y si esa voz incomoda, que incomode. Porque amar a nuestra tierra no es poner la basura debajo de la alfombra. No es callar cuando la hieren. Es defenderla, con convicción, con coraje y con verdad.

 

Sabemos que hay quienes se incomodan. Que hay voces disconformes que quisieran que amemos en silencio, que no denunciemos, que no interpelemos, que no incomodemos, que no alteremos el statu quo. Pero el amor que no incomoda, no transforma. Y el silencio que no molesta, no sirve.

 

Por eso seguiremos hablando. Por eso seguiremos exponiendo. Por eso seguiremos defendiendo. Porque cada vez que alzamos la voz y exigimos transparencia, desnudamos el mecanismo del poder, lo interpelamos y sentamos precedentes en nombre de todos.

 

Porque amar a nuestra tierra no es mirar desde el balcón ni esconderse detrás de una puerta entreabierta cuando la hieren. Amar a nuestra tierra es poner el pecho y salir a defenderla. Con la voz, con el tiempo, con la verdad. Porque quien ama de verdad no espera permiso para actuar, ni pide autorización para proteger lo que le duele.

 

Defender lo amado no requiere protocolo, solo convicción. Y cuando la agresión es pública, la defensa también debe serlo: sin temor, sin tapujos, con coraje, con carácter.

 

Más vale un corazón que actúa por amor, que cien contemplándolo sin moverse.

 

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